Sueño de una noche de verano


A pesar de la rígida canícula de estos días, la concurrencia vista por las calles de Guadix demostró el éxito de una nueva edición de la Noche en blanco en nuestra ciudad. Un evento en el que se combina la actividad empresarial y comercial, iniciativas y talleres artísticos, con una nota muy especial: el patrimonio. La apertura de ciertos monumentos cerrados al público general durante el resto del año, trazó una alfombra roja indispensable entre la calle Concepción, la plaza de Santiago y el arco de San Torcuato. 

Aunque la Noche en blanco contó con colaboraciones añadidas a años anteriores como el Centro de Interpretación de Torcuato Ruíz del Peral o la Iglesia de la virgen de las Lágrimas (antiguo San Agustín-Seminario) en esta ocasión, el público que vivió la noche accitana pudo contemplar algunos rincones secretos históricos. En primer lugar, el convento de la Concepción (C/ Concepción) abrió su claustro. Un enclave muy significativo para la historia de Guadix, no sólo por la monumentalidad del edificio, mandado construir por el obispo Álvarez de Vozmediano en el siglo XVI, sino porque debajo del patio central se hallan unos baños de época musulmana. Todo ello siempre estuvo bien regido por las religiosas de clausura que custodian el edificio, ahora sin vocaciones que lo habiten.  A esto se le suma la escalera de penitencia que asciende hasta la primera planta. A los frescos de la Inmaculada Concepción, porteada por cuatro arcángeles, acompañan los cráneos y tibias de las primeras monjas fundadoras, donde algunas fuentes citan: Sor Juana Fajardo -abadesa-; Sor Sabina de Ortega y San Juan -vicaria-; Sor Catalina de Carranza y San Francisco; Sor Inés de Andrade y los Ángeles; y Sor María de Flores y la Paz.  

Frente al convento también permaneció abierto al público el Palacete del Magistral Domínguez, propiedad de nuestro socio Víctor de la Oliva, cuyo trabajo y mantenimiento permiten que esta histórica casa pueda funcionar y guarde la estética tradicional del barrio. La casa ha participado a lo largo de los siglos en las vicisitudes ligadas a Guadix, desde la época romana, pasando por la guerra de independencia hasta llegar a la pertenencia del canónigo magistral José Domínguez Rodríguez (Almería, 1864-Guadix 1916) excelso orador y autor de la obra "Nieve y Cieno", entre otras. 

Doblando la esquina, en la iglesia de las Lágrimas se está restaurando actualmente su fachada lateral y en el interior, las pinturas de las primitivas capillas agustinas. En esta especial ocasión, la hermandad permitió el acceso a la cripta y al camarín de Ntra Sra María Santísima de las Lágrimas (realizada por el imaginero sevillano Castillo Lastrucci en 1952). Es de reconocer el esfuerzo por convertir este templo en uno de los monumentos de Guadix que insiste en su continua restauración y en la apertura de sus puertas todos los días del año. Un ejemplo de superación constante y de buen hacer para con el patrimonio accitano. 

La visita monumental continúa en la iglesia de Santiago. En la sacristía, se pueden apreciar los bocetos de las imágenes que harán culmen al pórtico: Santiago apóstol y las cuatro virtudes cardinales. Además, fue posible la subida al campanario, cuyas vistas desde la torre despiertan un paisaje perfecto de Guadix, en su algarabía y entramado de calles y miradores. Además, las hermandades de dicha iglesia permitieron poder ver las imágenes de las capillas a la luz de las velas. Cabe pues, reconocer y agradecer la extenuante labor de D. Pedro Aranda, para con la restauración y recuperación de nuestro patrimonio. 

Por último citar la posibilidad de acceso al arco de San Torcuato. El kilómetro cero de Guadix abrió sus puertas para acoger a curiosos y paisanos que observaron el esqueleto de la puerta a la ciudad con la famosa capilla dedicada al patrón y varón apostólico. Desde ADEPA aplaudimos esta iniciativa, que hizo posible contemplar lugares ocultos y despertar la emoción de habitar en una ciudad con tan rico patrimonio y cuya monumentalidad está presente en cada esquina. Los accitanos disfrutaron del rostro de su historia como si se tratara del sueño de una noche de verano. ¡Por más noches así!

 

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