Abierto por obras

 

Los monumentos son pacientes exigentes, a los que se les va sumando fracturas e inconvenientes con el paso del tiempo. Descuidarlos es abocarlos al abandono. Atenderlos es precipitar unos recursos económicos, incluso devastadores. Guadix se halla en esa tesitura.

El vastísimo patrimonio que alberga la ciudad no conjuga con el número de habitantes que somos, ni con los recursos con los que un ayuntamiento de ese tamaño puede hacer frente. Desde ADEPA somos conscientes de la preocupación que este hecho ocupa, tanto en la opinión pública como en el bienestar y calidad del conjunto monumental. Para cuando se adecuó una parte de la alcazaba, y las obras de la primera y segunda fase avanzaban, se dispuso abrir por obras. Al fin y al cabo, permitir que los visitantes entren a un lugar a cielo abierto y contemplen desde una pasarela suficientemente prudente los cambios experimentados en la restauración es más que ejemplarizante. Muchos miembros del público, en un instinto depredador, exigen y exprimen abordar “a su ritmo” y “más allá” de lo posible. El problema, por tanto, subyace cuando el comportamiento de los curiosos observadores sobrepasa la pasarela dispuesta y se despiertan los problemas legales: cualquier caída, traspié, esguince… por mera burocracia, a veces se desincentiva la apertura de los monumentos hasta que no estén totalmente acabados.

Lo cual, conduce a tener media ciudad en obras y cerrada. ¿Son visitables los refugios? Ya se visitan en algunas ocasiones especiales para eventos de la concejalía de cultura. En cambio, necesitan de un control exhaustivo para evitar cualquier inconveniente provocado principalmente por el estado del firme. ¿Se podría visitar la iglesia de San Miguel? Es el mismo caso. Peñaflor podría haber tenido la misma iniciativa que la Alcazaba, y permitir que el propio espectador conozca el proceso de restauración, ejercicio didáctico para constatar que el patrimonio requiere de esfuerzo para verlo en las condiciones óptimas.

El hecho de abrir el teatro romano mientras se efectuaban las últimas excavaciones permitió un vínculo muy estrecho entre la ciudadanía y los trabajos de arqueología. De tal manera que, conforme se iba descubriendo el monumento, iba “haciéndose” a la perspectiva actual que hoy tenemos sobre él. Habrá quién aún valore la alcazaba como un campo de fútbol y las ruinas romanas del teatro como una huerta o el recinto donde se ponía la feria. Partir de “las cuatro piedras” y llegar al “Porticus Post Scaneman” ha significado un desarrollo en la concepción y valoración de los vestigios en nuestra ciudad. Es en este punto cuando constatamos los grandes sacrificios económicos de los que dependen nuestros edificios históricos, y que su integridad no debe depender de subvenciones casuales. Desde ADEPA invitamos a la ciudadanía a reflexionar sobre el modelo de patrimonio que quiere ver en su ciudad, y al Ayuntamiento a buscar una solución estable al estado de los bienes que tiene a su cargo.

Guadix no puede permitirse el desplome del seminario, y consecuentemente el grave deterioro de los dos edificios patrimoniales colindantes: el palacio de Peñaflor y la iglesia de las Lágrimas. Guadix no puede tener su teatro romano, su alcazaba y sus refugios aún sin un centro de interpretación anexo y una pasarela que integre a los visitantes e interactúe con el monumento. Si somos 18.000 habitantes y las ayudas llegan con cuentagotas hasta donde pueden, habrá que hacer un ejercicio de responsabilidad y ceder a un organismo público como la junta de Andalucía dichos espacios (al igual que hacen otras capitales y ciudades monumentales de nuestra comunidad) o crear un consorcio competente de patrimonio, como garante y colaboradora del Guadix que queremos.


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