Santos desahuciados

 


Como ventanucos de santidad, las hornacinas se adornan con figuras a contemplar y admirar por sus hechos. De esta forma, defienden las tres puertas de la catedral los siete varones apostólicos, como templarios de mármol, recordando que todo comenzó con San Torcuato en la Prima Sedis Accitana. En cada iglesia vemos sobre su entrada principal este hueco, como si del portal de una cueva se tratase, defendido con el ejemplo personificado de algún miembro del santoral.  De alguna forma es un aviso o invitación de lo que el viandante puede encontrarse en el interior.

Así, podemos contemplar en la antigua iglesia de la Magdalena, actual sede del archivo diocesano, una imagen primitiva de María Magdalena tallada en piedra; la majestad de la inmaculada en la gran hornacina que da la bienvenida al convento de las clarisas; o en la propia catedral, a San Torcuato y Santiago apóstol, custodiando las puertas noreste y suroeste. Estas imágenes escaparon del ojo cruel y destructor de la guerra, que de soslayo e indiferencia parecieron pasar por alto que ahí estaban, en la ceguera por consumir todo el censo de santos que ocupaban su legítima portería. Una vez pasada esa historia, la sensación de vacío imperó de tal manera que habituó a la gente a dar por válida esa ausencia nefasta que quedaba en las hornacinas desahuciadas. Ni Santo Domingo, ni Santiago (parroquia), ni Santa Ana, ni San Torcuato (antiguo seminario), ni los púlpitos catedralicios tallados por Torcuato Ruíz del Peral tuvieron la oportunidad de permanecer. Su aniquilación o desaparición provocó una mácula de silencio que a día de hoy aún busca una contestación.

Los distintos párrocos de Guadix se han puesto manos a la obra. D. Antonio Fajardo en Santo Domingo, que tenía una imagen de arcilla frágil de D. Jesús Campaña, como sanación al agravio, fue recientemente reemplazada por una imagen de Joaquín Leyva; en el convento de la concepción, siguiendo la obra del cura Campaña, aún están en sus hornacinas, tetrapléjicos por lapidación, los restos de sus santos. El párroco de Santiago, D. Pedro Aranda, ha llevado a cabo la restauración del pórtico, proponiendo dar asiento a las cuatro virtudes y al patrón de España como culmen a tal obra. En relación a las hornacinas vacías en Santa Ana y en la Escuela de Artes (antiguo seminario), ADEPA ha tenido reuniones con el equipo directivo de la Escuela de Artes y Oficios para resarcir esta deuda, siendo aceptada la propuesta y trabajando de mutuo acuerdo para que este proyecto pueda finalmente cerrar una brecha abierta, inconcebible aún, con la reparación de nuestro patrimonio.

Atendiendo a las imágenes que Manuel Gómez Moreno tomó de Guadix antes de la guerra, podemos observar cómo estaban ataviadas originalmente esas hornacinas y de qué manera podemos contribuir a la subsanación. Trabajar juntos por nuestra ciudad, por su patrimonio monumental y natural, es uno de los grandes retos que debemos superar, además de perfilar un legado para las siguientes generaciones de concienciación y aprecio por su ciudad.



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