Toquemos la aldaba

 

Se dice que el autóctono granaíno por excelencia, con epicentro en plaza Bibrambla, jamás ha subido a la Alhambra. Puede que haya paseado por los jardines o entrado en Carlos V, pero nunca pagar una entrada para pisar el patio de los leones. Que ya hay que tener malafollá para eso. A diferencia de nuestros vecinos, Guadix demuestra en cada jornada de puertas abiertas que los accitanos quieren conocer su patrimonio, quieren descubrir y poder comprender incluso acerca de los monumentos que rodean y conviven en sus días. Se ha podido comprobar el éxito y el récord de visitantes en diferentes eventos como en el día del patrimonio, la noche en blanco, el 250 aniversario de la muerte de Torcuato Ruíz del Peral, en el Starlight de Face Retama, o en los Pasea Guadix, donde las entradas vuelan a pocas horas de poder solicitarse.

Curiosidad y compromiso van de la mano en cada asistencia. Cada accitano es un guía para sus familiares y amigos que vienen a visitarnos. Son quienes conocen de primera mano el qué ver a qué hora o en qué condiciones. Los accitanos somos el faro a un turismo amable, que se desvive por desvelar cada encanto pleno o recóndito de nuestra geografía. Y es que no hace falta esforzarse mucho en hacer que la persona que llega a Guadix se maraville desde el primer momento. Ya sea en la panorámica de pirámides de arcilla donde serpentean las cuevas o las callejas estrechas donde los tejados parecen conversar y pactar el cielo en mutuo acuerdo, somos unos privilegiados de tener en Guadix un lugar donde vivir.

Pero este idilio se enfrenta a un Guadix de puertas cerradas. Un Guadix patrimonial que parece haber sido relegado a una segunda o tercera división. Hablamos de los refugios antiaéreos, que como boquetes se abren sin señalizarse, pasando desapercibidos; hablamos de las iglesias que, aunque cada vez son menos las que se encuentran cerradas, aún queda camino para esforzarse en hacerlas accesibles y visitables; hablamos de la escasa apertura de la Fundación Julio Visconti o Villalegre, del malditismo y fracaso de Peñaflor. También de la alcazaba o el teatro romano, usualmente relegados a un día semanal. Desde ADEPA hemos tenido conversaciones con el ayuntamiento para adecuar el horario de la oficina de turismo o que pueda abrirse los domingos la cueva-museo.

Por falta de iniciativa o de oportunidad, hay quien nunca ha ido a las cuevas o al barrio de la Estación. Hay quien no ha subido al campanario de la catedral o ha visitado el archivo diocesano en la Magdalena. Quien desconoce el museo del Hospital Real o el centro de Interpretación Torcuato Ruíz del Peral. Guadix está repleto de tesoros, y todos ellos son parte de nuestra historia y de nuestro presente. Son la llave que motiva a seguir adelante, y a trabajar para que el día de mañana las generaciones venideras conozcan este legado sin interrupciones y en su totalidad. Toquemos la aldaba y abramos el patrimonio que hay detrás: una puerta abierta a nuestra historia.

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