Cruces, flechas y viento
Guadix, dentro de la riqueza que abarca su patrimonio, desde su suelo hasta su cielo, tiene algún elemento digno de observar y apreciar. En esta ocasión, al amparo y refugio del viento, son las tradicionales veletas las que indican la marcha del levante o del poniente ininterrumpidamente. Este instrumento nacido en la fragua resiste tempestades, nubes de estorninos y ventiscas que retan su equilibrio. Podrían hacerse extensible los versos que Gerardo Diego dedicó al ciprés de Silos: "enhiesto surtidos de sombra y sueño que acongojas el cielo con tu lanza. Chorro que a las estrellas casi alcanza devanado a sí mismo en loco empeño".
Más particular aún es que en cada iglesia se han conservado, en la mayoría, las veletas originales que remataban los pináculos. Cada una de ellas presentaba cierta personalidad, idiosincrasia y representatividad que las hacía únicas. Así como sobre el Sagrario de la catedral es un cordero el que pastorea el cielo; sobre la antigua iglesia de San Miguel insiste el propio arcángel en derrotar al demonio que se le presente; o en la iglesia de Santiago, donde se yergue la cruz compostelana, como espada del patrón "Santiago y cierra, España".
Estos detalles, imperceptibles para los viandantes, y cotidianos para las golondrinas, es algo que evidencia un Guadix imperturbable, generoso y audaz en su patrimonio. Son muchas las casas del casco histórico que tras su restauración han apostado por incluir veletas que firmen con identificación del lugar que representan o tengan una habilidad de fragua más destacada, aportando este esmero un gran valor al conjunto paisajístico.
Es destacable también la presencia de veletas en edificios civiles ancladas en jarras blancas como es el caso de las dos torres del Palacio de Villalegre o en la Puerta de San Torcuato, uniendo así alfarería y fragua, dos tradiciones accitanas populares y arraigadas. Sería positivo, por su buen estado de conservación y por ser un elemento intrínseco a la propia historia de la catedral, que la antigua veleta de azucenas retornara de forma visible y en exposición al propio edificio para el que fue creada (bien en su museo, bien en el campanario, bien a los pies de la torre). Sirva este artículo como un paseo de vencejo por el atardecer de nuestro exquisito cielo, que a pesar de estar corrompido por antenas, parabólicas y cableado, siempre habrá vientos favorables que nos lleven por el buen camino.
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