La Estación de Guadix: conversaciones pendientes

Estación de Guadix, principios del siglo XX. Archivo Cerdá y Rico

Podemos fijarnos en una ciudad como Madrid, capital para muchas cosas y ejemplo de creación y destrucción a partes iguales. El arquitecto español Miguel Fisac Serna proyectó un edificio como sede de los laboratorios Jorba. Fue conocida popularmente como "La Pagoda" y se vertieron sobre ella premios internacionales por la audacia y elegancia de sus líneas. Sin embargo, dicho edificio, que hoy puede recordar a las destrezas de Calatrava, fue derruido por especulación en 1999 (no llegó a los treinta y cinco años de vida). Poco antes, durante el gobierno de Álvarez del Manzano, se echó un salvavidas a algunas edificaciones de carácter singular, olvidándose de esta. Al no contar con protección municipal ni patrimonial, la Pagoda fue destruida y reemplazada por un bloque de oficinas de mayor volumen. Aquel olvido significó la destrucción irremplazable de una muestra icónica de arquitectura con la que los vecinos y madrileños se sentían identificados. 

Cuando la Asociación de vecinos de la Estación (Poblado Ferroviario de la Estación de trenes de Guadix) contactó urgentemente con ADEPA ante el aviso inminente de derribo por ADIF de la Casa Caballero es cierto que tuvimos la oportunidad y el acierto de que todas las instituciones, asociaciones y entidades saliéramos al rescate del posible atropello. Cuando todo parece que está vigilado y más que regulado se evidencia la fragilidad a la que está sometido el patrimonio. Entonces el Ayuntamiento de Jesús Lorente mandó hacer al Centro de Estudios Pedro Suárez un inventario de edificaciones que no estuvieran aún catalogadas y que fueran de interés para preservarlas. Por su parte, ADEPA también mandó su propio listado de bienes inmuebles naturales y arquitectónicos. Entre ellos se encontraba mismamente algo tan popular como el paraje del Diente y la Muela o la Cueva del Monje. Estos espacios siempre han coexistido en el paisaje y quedan marginados y vulnerables en el momento en el que ninguna institución ampara o garantiza su integridad e interés ¿Qué impide que algún organismo o individuo especule, construya, allane o cultive allí, desfigurando por completo la orografía o silueta del entorno? La misma especulación  o negligencia que pudo darse con las desaparecidas huertas de Guadix (general Miranda, Lao y Carrasco, entre otras) podría contaminar más ubicaciones sin mayor dilación. 

Todas estas intervenciones aprisa sorprendieron por el desconcierto que podría dar pensar que parte del patrimonio de Guadix podría desaparecer (como si no fuera poco el abandono, como causa de su propio derrumbe). Y es que a pesar de tener una dilatada trayectoria en el sector patrimonial y artístico, los distintos consistorios han tenido el foco sobre el casco histórico, y por extensión el barrio de cuevas. En cambio, todo aquello que se margina en dicha jurisprudencia entra en un terreno pantanoso como patrimonio de segunda o tercera división. 

De igual forma que la Casa Caballero podía haber sido derruida, todo aquello que no estuviera protegido, hasta entonces, ni dentro del casco histórico también. Y es precisamente el barrio de la Estación, el núcleo patrimonial histórico más moderno de Guadix, el que más falta tiene y consideración por parte de las instituciones públicas. Son 130 los años que cumplirá en 2025. Existe desde hace, posiblemente, décadas, una conversación pendiente con este barrio por múltiples motivos: desde el punto de vista turístico y de comunicación, por ser la entrada y bienvenida (carta de presentación) de aquellos que se acercan a la ciudad desde el tren, o bien desde los que acceden por la carretera de Murcia; desde el punto de vista patrimonial, por todos los edificios históricos que hay en él, tan densamente ubicados como en el propio barrio latino; desde el punto de vista social, por mejorar los servicios prestados y no empobrecer la calidad de vida de sus vecinos; y desde el punto de vista cultural, es encomiable la labor y la gran gesta que hace su asociación por crear actividades culturales diversas y para todos los públicos. 

La mejora en el complejo de la azucarera, donde próximamente irá ubicada la sede del centro de interpretación del Geoparque, debería ser el punto de inflexión en la inversión y en la gestión del barrio de la Estación, pues parece que hasta que no había amenaza de derribo, la doliente Casa Caballero era un silencioso esqueleto más en un cementerio de elefantes. Y no es la única: véase la huerta de San Emilio, la cochera donde está la locomotora, la iglesia, el edificio de la Estación, el refugio antiaéreo, las casas de principios del siglo XX del personal ferroviario, la fábrica de harina, y la azucarera (tanto la casa como la fábrica). El potencial es colosal, y todo el avance que ha experimentado durante los últimos años ha sido la creación de una acera de cemento que la comunique con el resto de la ciudad.

A todo lo dicho anteriormente, desde ADEPA se ha apostado en reuniones con el área pertinente de turismo en la implantación de la vía verde que conecte la extinta vía Guadix-Baza. Este proyecto que el ayuntamiento bastetano ya creó y cuyos vecinos pueden disfrutar desde su propia localidad hasta la estación de Baúl (pasando por la estación de Zújar-Freila) se paraliza cuando llega a las inmediaciones de la comarca de Guadix. El alcalde de Gor (en cuya localidad está el siguiente tramo por las estaciones de Gorafe y Gor) tiene la intención de conseguir culminar este trayecto hasta Guadix (apeadero de Hernán-Valle y Estación de Guadix). El proyecto, que está hecho y es realizable, necesita salir de los cajones y materializarse. Como también el atractivo que ofrece la locomotora "la Guadix", una parte más de nuestro patrimonio que exige de una conservación adecuada y de una exposición y disfrute al público. 

Guadix está experimentando un cambio en la preservación y conservación de su patrimonio porque los ciudadanos son más conscientes y están más sensibilizados del valor que tiene vivir en una ciudad monumental. Que es posible reconvertir un hábitat de casas en ruinas y fachadas a pique de colapsar, con un espacio más amable, armónico y útil en el que poder generar un proyecto de ciudad con mayor ambición cultural y patrimonial. Es arduo revertir cuarenta años de inacción eficaz sobre el patrimonio, dejando que el peso del tiempo campe a sus anchas, pero llevamos un ritmo poderoso de conseguir grandes triunfos, ya se ha demostrado y se seguirá viendo. 


Fran Ibáñez 



Comentarios

  1. A esto se llama meter el dedo en la llaga. Así es, gracias Fran. Y he vivido en Madrid lo del edificio de la Pagoda y es que cuando la rentabilidad económica inmediata prima, el empuje es como una riada, se lleva todo por delante. Esperemos frenar la posible riada en Guadix

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  2. Enhorabuena, Fran por tu sobresaliente análisis. Espero que vuestras reivindicaciones se tenga en cuenta.

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